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JOAN PLANES VILA

“Incluso en estos tiempos difíciles, la voluntad de continuar ofreciendo una programación (estable y accesible para todos los públicos) permanece inalterada”

En Mantua, en 1607, Claudio Monteverdi, compositor de la corte de los Gonzaga, representó en el palacio ducal L’Orfeo, favola in musica. Había habido algunos intentos previos de reinventar un drama arraigado en el mundo clásico, pero la obra de Monteverdi supuso una verdadera conmoción. Había nacido una nueva forma de arte, moderna, rompedora, con un lenguaje revolucionario, porque sacudía todas las convenciones anteriores. La fusión entre teatro, poesía y una nueva manera de componer música. Nada fue igual: esta nueva forma de expresión arraigó, se expandió poco a poco por Italia, por Francia…

Un siglo más tarde, en 1707, en la Llotja de Mar, se representó la primera ópera en Cataluña: Il più bel nome, de Antonio Caldara, para celebrar el enlace matrimonial del archiduque Carlos. La semilla germinó: desde mediados del siglo XVIII se representaron óperas en el Teatre de la Santa Creu, y, desde 1847, en el Gran Teatre del Liceu. La ópera era una manifestación cultural de vanguardia: en su momento, Mozart, Gluck, Rossini, Donizetti, Wagner, Verdi y Puccini ampliaron límites y convenciones, con la complicidad del público catalán, que ha sido siempre fiel y receptivo.

Hoy, con la perspectiva necesaria que nos da el tiempo, el corpus operístico nos ayuda a entender la historia de la cultura europea. Somos herederos de ella y tenemos la responsabilidad de custodiar este patrimonio y proyectarlo hacia el futuro.

He querido hacer esta mirada al pasado para enmarcar la primera temporada de la nueva Fundación Òpera a Catalunya, que coge el testigo de la Associació d’Amics de l’Òpera de Sabadell, la 38.ª temporada de ópera en Sabadell y el 33.º ciclo Òpera a Catalunya, con la participación indispensable de la Orquestra Simfònica del Vallès. Incluso en estos tiempos difíciles, en que el mundo de la cultura ha recibido un impacto difícil de superar, la voluntad de continuar ofreciendo una programación (estable y accesible para todos los públicos) permanece inalterada. El programa es un reflejo de esa voluntad de presentar grandes títulos del repertorio que combinan calidad con popularidad. Un Mozart, con La flauta mágica; dos Verdis: Macbeth y Aida; y un Puccini: Tosca. Estoy convencido de que, a pesar de los condicionantes, a pesar de todas las dificultades, esta temporada será un éxito y nos permitirá renovar el compromiso con el arte y la cultura, al preservar este hilo, invisible pero solidísimo, que une aquel remoto palacio italiano con los escenarios de hoy.

Muchas gracias a todos los que lo hacen posible.

JOAN PLANES VILA

Presidente de la Fundación Òpera a Catalunya y de la Fundación Fluidra