de Giacomo Puccini
ENTRADAS
FEBRERO
Sabadell, Teatre La Faràndula
Miércoles 15, a las 20:00h
Domingo 19, a las 18:00 h
Viernes 17, a las 20:00 h
Reus, Teatre Fortuny
Martes 21, a las 20:30 h
Sant Cugat del Vallès, Teatre-Auditori
Viernes 24, a las 20:00 h
Barcelona, Palau de la Música Catalana
Sábado 25, a las 18:30 h
Vic, L'Atlàntida
Domingo 26, a las 18:00 h
MARZO
Manresa, Teatre Kursaal
Miércoles 1, a las 18:00 h
Girona, Teatre Municipal
Viernes 3, a las 20:00 h
Granollers, Teatre Auditori
Domingo 5, a las 18:00 h
Viladecans, Atrium
Viernes 10, a las 20:00 h
Lleida, Teatre de la Llotja
Domingo 12, a las 18:00 h
Tarragona, Teatre Tarragona
Viernes 17, a les 19:00 h
Cornellà, Auditori de Cornellà
Domingo 19, a las 18:00 h
MADAMA BUTTERFLY
de Giacomo Puccini (1858-1924).
15/2/2023 – 19/3/2023
Òpera en tres actos (Sobretitulada en catalan).
Texto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la obra de teatro del dramaturgo David Belasco, Madama Butterfly.
Estrenada en el Teatro alla Scala de Milà, el 17 de febrero de 1904.
FICHA ARTÍSTICA
Cio-Cio-San | Tina Gorina (15, 17, 19, 21 y 26 de febrero; 3 y 5 de marzo) / Carmen Solís (24 y 25 de febrero; 1, 10, 12, 17 y 19 de marzo) | Il Commissario Imperiale | Alejandro Chelet |
B. F. Pinkerton | Enrique Ferrer | Yakusidé | Fabián Reynolds |
Sharpless | Manel Esteve | L’Ufficiale del Registro | Jordi Ferrer |
Suzuki | Anna Tobella | Mare Cio-Cio-San | Esperança Vergés |
Goro | Jorge Juan Morata | Tieta Cio-Cio-San | Adriana de León |
Il Principe Yamadori | Joan Garcia Gomà | Cosina Cio-Cio-San | Eugènia Montenegro. Esther de Santos |
Lo Zio Bonzo | Juan Carlos Esteve | Dolore | Natalia Holgado |
Kate Pinkerton | Laura Obradors |
Dirección musical | Sergi Roca Bru | Maestros asistentes musicales | Andrea Álvarez / Juli Rodríguez |
Director del coro | Daniel Gil de Tejada | Traducción sobretitulado | Jordi Torrents |
Dirección de escena y vestuario | Carles Ortiz | Adaptación sobretitulado | Glòria Nogué / Gerard Vintro |
Asistente de dirección de escena | Esteve Gorina | Regidor de escenario | Jordi Galobart |
Diseño de de escenografía | Jordi Galobart | Realización escenografía | Raül Vilasis / Berta Vidal / Joan Buisan / Isabel Marset / Francisco Castro / Pere Sanchez / Joan Alabert |
Iluminación | Nani Valls | Técnicos de luces | Roc Lain-Larrys / Jep Verges / Mario Bordanova |
Vestuario | FOC | Maquillaje / Peluquería | Amparo López González / Júlia Ramírez / Nerea Fernández |
Realización vestuario | M. Carmen Muñoz / Eva Selma | Logística | Javi i Gregorio Simon / Transports Agüera |
Coro Amics de l’Òpera de Sabadell
Orquestra Simfònica del Vallès
PRODUCCIÓN y ORGANIZACIÓN
Fundació Òpera a Catalunya
La acción se encuentra en Nagasaki (Japón), a principios del siglo XX
En una colina sobre Nagasaki, donde varios barcos de la marina estadounidense están fondeados, uno de los oficiales, el teniente Benjamin Franklin Pinkerton, conoce de primera mano las peculiaridades de la casa japonesa que acaba de comprar. Se abre y se cierra a placer, de modo que la casa se transforma constantemente (E soffito e pareti). Quien le enseña el habitáculo es un intermediario de matrimonios llamado Goro. Pinkerton, además de la casa, ha comprado una esposa: su nombre es Cio-Cio-San, pero es conocida como “Butterfly” (mariposa). Mientras Pinkerton espera para celebrar la boda, Goro le presenta a los sirvientes de la casa, una de las cuales es la fiel Suzuki (Sorride Vostro Onore?).
Sharpless, el cónsul de los Estados Unidos en Nagasaki, llega a la casa para asistir a la ceremonia (E suda e arrampica!). Los dos americanos brindan por su país, mientras Pinkerton explica su particular filosofía de la vida (Dovunque al mondo lo Yankee vagabondo). Sin embargo, el cónsul se preocupa por ver el concepto del matrimonio que tiene Pinkerton: para él, esta boda con la chica japonesa no es más que un entretenimiento. La boda de verdad la realizará más adelante, con una auténtica chica americana. Sharpless ha oído la voz de Butterfly en el consulado y sabe que la chica es sincera (Ed è bella la sposa?). Por eso advierte Pinkerton de que no hiera sus sentimientos (Sarebbe gran peccato).
Llega el séquito de la novia, una numerosa comitiva de parientes y amigos (Quanto cielo! Quanto mar!). Con mucha ceremonia, Butterfly conversa con los dos americanos (Gran ventura). Cuando le preguntan la edad confiesa tener quince años. Su padre está muerto (Goro añade discretamente que fue por invitación del mikado, el emperador) y, como la situación de la familia es precaria, ella ha tenido que trabajar de geisha (E abbiam fatto la ghescia). Sus familiares y amigos hacen mucho ruido y Pinkerton observa todo muy divertido.
Para Butterfly el matrimonio es completamente serio y manifiesta un extremado respeto por Pinkerton. Explica que ha ido a la misión cristiana, donde se ha convertido para, de este modo, adorar al mismo dios que su marido (Ieri son salita tutta sola). El Comisario Imperial y el Oficial del Registro llevan a cabo la boda (È conceso al nominato). Una vez terminado, marchan acompañados por el cónsul que, una vez más, recomienda a Pinkerton que trate a la chica correctamente y no le duela (Giudizio!).
Aparece de repente el Bonze, sacerdote budista tío de la chica. Éste ha descubierto que Butterfly ha devenido cristiana y lo denuncia públicamente con mucho alboroto (Cio-Cio-San! Abbominazione!). Pinkerton le echa (Sbarazzate all’istante). Los parientes y amigos de Butterfly van renegando de ella (Ti rinneghiamo!). Cio-Cio-San permanece toda llorosa.
Pinkerton la consola (Bimba, bimba, non piangere) y, mientras cae la noche (Viene la sera), en un impresionante dúo de amor, la seduce completamente y entran en la casa, donde ella se entregará (Bimba dagli occhi pieni di malía).
Han pasado tres años desde que Pinkerton se marchó de Nagasaki y sólo Suzuki se quedó con Butterfly. La situación es desesperada, pero Butterfly se conforma estando en la casa y esperando a Pinkerton, convencida de que su marido debe volver (Un bel dì vedremo).
Llega Sharpless (Chiedo scusa), con una carta de Pinkerton para leerla en Cio-Cio-San, pero la lectura es constantemente interrumpida por los comentarios de la chica y, finalmente, por la llegada del Príncipe Yamadori, que quiere casarse con ella (Yamadori, ancla le pene). Pero ella lo rechaza porque dice que sigue casada con Pinkerton y, como tal, las costumbres japonesas no le afectan, sino sólo las leyes americanas.
Sharpless continúa con la carta, pero no puede acabarla (Ora a noi). Por último pregunta a la chica qué haría si Pinkerton no volviera. La simple idea la deja sin palabras y, para que el cónsul quede convencido, le presenta a su hijo (E questo?). Pinkerton no sabe nada del niño y Sharpless se compromete a enviarle las noticias. Butterfly está convencida de que esto le hará devolver.
El cañón del puerto es disparado, señal de llegada de un barco (Il cannone del porto!). Butterfly y Suzuki observan desde la terraza. Con el larga-vistas, Butterfly puede ver que se trata de la cañería “Abraham Lincoln”, el barco de Pinkerton. Butterfly se siente vindicada y, junto con la sirvienta, decora toda la casa con flores del jardín a fin de dar la bienvenida a su esposo (Scuoti quella fronda di ciliegio). Butterfly, además, ordena a Suzuki que la vista como el día de la boda y, mientras se hace de noche, hace tres agujeros en la pared: uno para ella, otro para Suzuki y el tercero para su hijo. A través de los agujeros podrán observar la llegada de Pinkerton a la casa (Coro a bocca chiusa).
Se hace día y Butterfly todavía está esperando. Suzuki y el niño se han dormido. La salida del sol despierta a la sirvienta (Già il sole!), que convence a Butterfly para llevar al niño a descansar.
Llegan Pinkerton y Sharpless. Encuentran Suzuki, pero le dicen que no despierte a la señora (Chi sia?). Suzuki deja clara a Pinkerton la fuerza de la devoción de Butterfly por él. Pero de repente ve a una mujer esperando fuera: es Kate Pinkerton, la esposa, americana, del oficial. Pinkerton y su esposa han venido a preguntar si se pueden llevar al niño para ser criado en América (Io so che alle sue pene). Pinkerton, abrumado por el mal que ha causado, se marcha, dejando a los demás la discusión del tema (Addio fiorito asil).
Butterfly ha oído voces y sale de la casa. Al no encontrar a Pinkerton, interroga a Suzuki, pero las respuestas de ésta, el silencio del cónsul y la presencia de Kate le hacen adivinar la verdad (Vespa! Voglio che tu risponda). Está de acuerdo en entregar al niño, siempre que Pinkerton venga a buscarlo.
Sharpless y Kate se van y Butterfly se desespera. Ordena Suzuki que vaya a jugar con el niño. Cuando se queda sola, coge la espada ceremonial con la que su padre se quitó la vida. Cuando va para matarse, Suzuki le trae al niño, con la esperanza de salvar la vida de la madre (Tu? Tu? Piccolo Iddio!). Butterfly se despide de su hijo y le tapa los ojos. Luego, se clava la espada y muere justo cuando Pinkerton vuelve a entrar en la casa.
LA HEROÍNA QUE FALTABA
Jaume Radigales
Profesor de la Universitat Ramon Llull y crítico musical
Cuando, el 17 de febrero de 1904, los espectadores de La Scala de Milán lanzaron a Puccini todo tipo de insultos, lufas, burlas y chistes durante la primera representación de Madama Butterfly, ignoraban que se encontraban frente a una de las diez óperas que en un futuro no demasiado lejano se convertiría en una de las más representadas en todo el mundo. Y así sigue, casi 120 años después de ese ruidoso y fracasado estreno.
Puccini había regalado ya las desgracias de Manon Lescaut en las desiertas tierras de Luisiana, muerta “sola, perdida, abandonada”; ya había hecho escupir sangre a una costurera llamada Lucia pero que todo el mundo conocía como Mimì, y que expiraría en una mansarda del Barrio Latino de París ante la desesperación del bohemio Rodolfo; y también había hecho saltar por las almenas del castillo de Sant’Angelo una Floria Tosca que siempre había vivido de arte y de amor. Antes de una china Turandot con el binomio Turandot-Liù, faltaba la heroína oriental, que no podría vivir con honor una vida sin honor. Y ésta no sería otra que Cio-Cio-San, la “Butterfly” rebautizada así por Pinkerton, un estadounidense sin escrúpulos, oficial de la marina y seguramente entomólogo de profesión y sin problemas a la hora de clavar a una esposa obtenida por intereses la fatal aguja que la lleva a una muerte trágica: un suicidio ritual, aderezado por unas notas de resonancias verdaderamente niponas, como reflejo de lo que es una ópera verista con todas las de la ley.
Ya lo había dicho el Prólogo al inicio de Pagliacci de Leoncavallo: “el autor ha buscado mostrarles un pedazo de vida”. Y eso sólo puede hacerse desde la verdad, al menos musical: si la obra se ambienta en Japón, Puccini debía recurrir a documentación sobre la música del país del sol naciente. Y así fue. Sin embargo, había un problema, el mismo de La bohème: ¿cómo canta una moribunda, sin desafiar a la más elemental de las leyes humanas, que impide cantar una tísica o una esventrada? La respuesta está en dos palabras clave: emoción y melodrama.
Maestro del melodrama apoteósico y consciente de que la música, además de despertar emociones es emoción en sí misma, Puccini se limitó a seguir sus instintos ya servir a la pobre Cio-Cio-San con una de las músicas más inspiradas del compositor de Lucca. El resultado: las emociones y los pañuelos que afloran, con los lagrimales humedecidos, después de cada representación de Madama Butterfly. Con la salvedad de aquel fatídico 17 de febrero de 1904, tras el cual Puccini tomaría buena nota y reformaría (parcialmente) una partitura destinada a ser uno de sus grandes éxitos, todavía hoy. No es para menos.
EL AMIGO AMERICANO
En Madama Butterfly aparecen dos tipos de personajes: japoneses y estadounidenses, dos nacionalidades hasta entonces exóticas en el mundo operístico, pero también en el mundo por lo general a principios del siglo XX). Estados Unidos se marchaba con paso firme hacia el liderazgo mundial, mientras que Japón salía de su aislamiento ancestral y buscaba su sitio en un mundo que cambiaba a gran velocidad.
El argumento de esta obra maestra de Puccini nos muestra una película que sería habitual donde los americanos abusan de terceros. En aras de no sé qué costumbre deplorable, el teniente Pinkerton, de la armada estadounidense, elige pasar los tiempos que deberá permanecer en Nagasaki en buena compañía femenina, pero de forma ‘legal’, celebrando una boda de duración provisional. Pinkerton, uno de los personajes más despreciables del repertorio, lo resume muy bien, y con gran arrogancia, explicando su visión del “yanqui vagabundo”, que tiene el derecho a coger y exprimir el placer allá donde se encuentre. “Un credo muy fácil que hace disfrutar la vida pero entristece el corazón” le replica el cónsul Sharpless, el otro americano, hombre maduro y sabio con las cualidades de los de su gremio. Poco ha cambiado, me temo, esa teoría hasta el momento presente.
El problema estalla cuando la esposa ‘provisional’, la jovencita Cio-Cio-San, de sólo quince años, se enamora del marido y se toma la pantomima en serio en una situación que llega a durar hasta tres años, los que Pinkerton tarda a volver, con una criatura que nació de aquella noche de boda, adornada con el más espléndido dúo de amor de todas las óperas. El final ya lo sabéis y es sorprendente.
Puccini quiso adaptar la obra teatral Madama Butterfly: una tragedia japonesa, del autor estadounidense David Belasco (1853-1931), que había visto representada en Londres en el verano de 1900. Esta obra, a su vez, provenía de un relato corto, con el mismo nombre de la ópera, original de John Luther Long (1861-1927), publicado en 1898. En él, el escritor americano, recreaba la historia en base a los recuerdos de su hermana que , esposa de un misionero metodista, había residido unos años en Japón. Y aún hay más, la vertida francesa. Pierre Loti (1850-1923), el famoso escritor francés de novelas exóticas, había publicado en 1887 Madame Chrysanthème, que también se desarrolla en Nagasaki y con un argumento muy similar, del que también bebieron los libretistas de Puccini. De ahí salió otra ópera, con el mismo título, una comedia lírica con música de André Messager (1853-1929), estrenada en París en enero de 1893.
Como puede ver, el mundo de las fuentes literarias de Madama Butterfly de Puccini es muy diverso y también prolífico. Nuestra pequeña heroína japonesa ha estado bien acompañada, pues, y hoy en día, a pesar del gran fracaso del estreno, sigue siendo muy querida por el público ya que, a los sentimientos desgarradores de la obra se une una música brillante y emotiva como nunca, que se engancha a ti, espectador, y no te deja ni al salir del teatro.
JORDI TORRENTS
Vicepresidente de la A.A.O.S.
Presentador, director y guionista de ‘Parlem d’Òpera’ en Radio Sabadell